Biden cierra parte de la frontera de EEUU con México para frenar la inmigración ilegal (2024)

El interés electoral ha vuelto a vencer a la ideología. Joe Biden ha endurecido su política migratoria para así presentar batalla a Donald Trump en el que acaso sea su flanco más débil -junto con la inflación y su edad- en las elecciones del 5 de noviembre. Así, la frontera entre Estados Unidos y México se cierra esta noche.

Sólo será posible cruzarla a través de los puntos oficiales de tránsito entre los dos países. Cualquier persona que no respete esa decisión será arrestada por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, y devuelta a sus países de origen sin derecho a solicitar asilo en los tribunales de EEUU.

Es la consecuencia de la Orden Ejecutiva que Biden ha aprobado este martes y que ha anunciado en la Casa Blanca, en compañía de varios alcaldes y legisladores demócratas de estados de la frontera, incluyendo Arizona, que puede decidir las elecciones y donde Trump le lleva una considerable ventaja, según los sondeos.

En virtud de la nueva regulación, cuando el número de los inmigrantes indocumentados apresados a lo largo de la última semana exceda los 2.500, la frontera se cerrará y quien sea arrestado seré devuelto inmediatamente a su país de origen. De acuerdo con los datos del Gobierno, esa media de 2.500 'sin papeles' cruzando la frontera se ha alcanzado en la última semana. Así que la norma se pone en práctica inmediatamente. Inicialmente, Washington había considerado la posibilidad de establecer un límite de 4.000 o 5.000 inmigrantes. Al final, ha optado por la norma más dura.

Joe Biden ha tomado esa decisión como consecuencia de la desesperación electoral y política ante la crisis migratoria que, si bien ha caído en intensidad de manera dramática en las últimas semanas, sigue siendo el mayor argumento de Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre.

Biden se ha visto atrapado por múltiples fuegos. De un lado, los propios republicanos que, después de haberle culpado de la llegada masiva de inmigrantes indocumentados, votaron 'no' a una ley muy dura propuesta por la Casa Blanca que aumentaba la seguridad fronteriza. Así, la oposición garantizaba que la crisis continuaba y que seguía siendo un foco de desgaste para Trump. El candidato republicano se ha encargado de encender aún más el debate al inventarse la teoría de que los países del mundo en desarrollo están cerrando sus cárceles y manicomios para mandar a los internos a Estados Unidos como inmigrantes ilegales.

Encima, la población de origen latino, que es como se conoce en EEUU a los hispanohablantes, no es un bloque hom*ogéneo a la hora de enfocar la cuestión de la inmigración. Un estudio de la organización independiente Pew Research Center realizado hace tres años mostraba que los inmigrantes naturalizados -es decir, que han adquirido nacionalidad estadounidense- defienden mayoritariamente el endurecimiento de las medidas de control fronterizo.

En Texas, por ejemplo, un estado en el que el 39,3% de la población es hispana (lo que incluye, además de Centro y Sudamérica, España y Portugal), el 56% de los votantes está a favor de que la inmigración ilegal sea un delito penado con cárcel, según un sondeo de la Universidad de ese estado.

Pero el presidente también está acosado por la izquierda de su partido, totalmente favorable a la entrega de migrantes, que no le van a perdonar lo que consideran una vuelta a las políticas antiinmigratorias de Donald Trump (curiosamente, esos mismos grupos se olvidan de que Barack Obama también tuvo una política anti inmigración durísima, aunque se cuidó mucho de hacer bandera de ella, como su sucesor).

"Socava los valores estadounisendes"

Desde California, uno de los cuatro estados limítrofes con México, las críticas fueron contundentes e inmediatas. El senador Alex Padilla, presidente del subcomité judicial del Senado sobre inmigración, ciudadanía y seguridad fronteriza, aseguró que Biden "ha socavado los valores estadounidenses y abandonado las obligaciones de nuestra nación de brindar a las personas que huyen de la persecución, la violencia y el autoritarismo la oportunidad de buscar refugio en Estados Unidos".

Dijo además que "esta prohibición de asilo no abordará los desafíos en nuestra frontera, tal y como sucedió bajo la Administración Trump. Conducirá a que a las personas con solicitudes legítimas de asilo se les impida buscar seguridad y se les devuelva al país en peligro".

Ahora, con esta nueva disposición, Biden adopta una posición más dura que la de los demócratas que le han precedido y también que buena parte del partido. El objetivo es el mismo que en 2020: ganarse a los independientes de centro. La gran diferencia, en esta ocasión, es que tras tres años y medio de bandazos políticos, que han ido desde casi abrir totalmente las puertas a los inmigrantes a ahora cerrarlas poco menos que con un candado, su credibilidad en este terreno es mínima. Pero Biden no ha tenido más alternativa.